Después de estudiar arte, y aprender ebanistería, he ejercido de escultor de un modo muy poco ortodoxo. En un inicio de un modo un tanto dadaísta, con multitud de objetos encontrados, para ir poco a poco encontrando un dialogo con los objetos (usualmente muebles) y después aprendiendo a ubicarlos en el espacio (en ocasiones el espacio público).

También he realizado piezas en madera partiendo de un bloque o piezas de cerámica a partir de ideas. Piezas que mostraban también esa fusión de objetos imaginados, pero que podían ser realizadas como uno. Eso me ha dado una visión de la escultura mucho más amplia, ni repetición, ni representación, sino presentación de un universo personal, una posición y unas ideas. Un cuestionamiento de la realidad y de las barreras que el ser humano se impone a si mismo. Buscando siempre un concepto claro con una estética contundente. No entiendo la escultura como un bálsamo de belleza, esta debe ser más bien un revulsivo para el espectador, un punto de inflexión, un raro mineral en la boca del volcán.