Formados en el año 2013 a partir de las obsesiones comunes de un grupo heterodoxo de músicos y activistas del underground mallorquín (gente proveniente de grupos tan dispares como Marasme y Lost Fills, Too Ugly to Prostitute y Crash), Forces Elèctriques d’Andorra ha evolucionado a lo largo de los años y con cada uno de sus proyectos, estableciéndose como un feroz colectivo capaz tanto de atreverse con el más ambicioso proyecto artístico (la performance [Cambra Obscura], que los llevó al CCCB, por ejemplo) como de reducirlo todo a cenizas a estocadas de ruido blanco y repeticiones infinitas. Sus fijaciones, de hecho, pasan por bandas no demasiado amables, como Swans o Sunn O))), aunque también habría que citar otras referencias como GY!BE, Mono o Russian Circles.

Desde sus inicios, F/E/A han hecho suyo el dogma de la simplicidad y la contundencia, sonando a ratos hipnotizantes y narcóticos, dejándose llevar por su vena más psicodélica, para a continuación mostrar su cara más monolítica, marcial y primaria. Pero siempre está presente también la voluntad de evocar paisajes más allá del horizonte: su contundencia te remueve, como la estampa de una población japonesa tres días después de un tsunami, el alba entre las ruinas.

Es este espíritu el que dio forma a sus dos primeros trabajos, “F/E/A” (2013) y “Pastor” (Boira Discos/Espora Records, 2014), un resuello que todavía mantienen en su nuevo “Congo”, su trabajo más sólido y enérgico, donde el grupo mallorquín parte de relatos de marineros extraviados (Jeronimus Cornelisz, el reverendo Jim Jones, el capitán Kurtz...) para construir un leviatán sónico que acaba convirtiéndose en un réquiem por todos aquellos que, a la búsqueda de un pedazo de paraíso, sólo consiguieron provocar su propia versión del infierno.